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Mostrando entradas de agosto, 2017

La primera cuota.

Hubo un tiempo en que señalaba en la escritura, con misticismo, una especie de don. Una mirada aguda que atravesaba toda la finitud de miradas triviales sobre el mundo. Una posibilidad de expandir la mirada de otros. Ya no la veo así, ahora la escritura tiene un tinte de insolencia, pues este es un mundo donde todos dicen sin expresar nada, donde todo tiene un valor pasajero; el cual, depende de su duración en una red social, yo en cambio apunto a que perdure en su pensamiento. Si se trata de visibilidad, en primer lugar puedo decir lo que todo el mundo quiere escuchar, asegurando así el aplauso y el agrado de todos los lectores. En mi caso, recordaré a los demás que somos un poco de todo lo que más criticamos, de todo lo que más odiamos. Puede que en esta situación presencie la ausencia del aplauso, el reconocimiento y la fama. ¿A quién le importa la fama y el reconocimiento cuando la meta es contradecir? He decidido aprender a ser un insolente. Tat Tvan Así, dice uno de los