La primera cuota.

Hubo un tiempo en que señalaba en la escritura, con misticismo, una especie de don. Una mirada aguda que atravesaba toda la finitud de miradas triviales sobre el mundo. Una posibilidad de expandir la mirada de otros. Ya no la veo así, ahora la escritura tiene un tinte de insolencia, pues este es un mundo donde todos dicen sin expresar nada, donde todo tiene un valor pasajero; el cual, depende de su duración en una red social, yo en cambio apunto a que perdure en su pensamiento.

Si se trata de visibilidad, en primer lugar puedo decir lo que todo el mundo quiere escuchar, asegurando así el aplauso y el agrado de todos los lectores. En mi caso, recordaré a los demás que somos un poco de todo lo que más criticamos, de todo lo que más odiamos. Puede que en esta situación presencie la ausencia del aplauso, el reconocimiento y la fama. ¿A quién le importa la fama y el reconocimiento cuando la meta es contradecir? He decidido aprender a ser un insolente.

Tat Tvan Así, dice uno de los cientos de MahaVakyas tibetanos. Una filosofía muy antigua, que desdeñaba la dualidad, que negaba la relación sujeto-objeto, la cual ha sido replegada al olvido porque no es acorde a un mundo que adora las figuras de los sujetos, la idea de un mundo habitado por una multitud de "yo" transeúntes, que consiguen sentido en sus vidas al repetirse a sí mismos y a los demás "Yo quiero", "yo deseo", "yo tengo", "sólo importo yo". Tat Tvan Asi se traduce como "tú eres eso" y funciona a modo de fórmula ética ¿así que algo te disgusta? ¿Qué tanto participas de ello? ¿En qué medida juegas a señalar lo que más escondes?

Este blog tiene como objetivo retar a todo el que se acerque, considero que el ejercicio de la reflexividad es lo que nos define como humanos; según eso, señalo directamente a las personas irreflexivas como los autores materiales de toda la inmundicia que nos rodea, de todos los actos inhumanos. Son el cáncer, por eso deben recibir un trato de enfermos. A los enfermos no se les discrimina, esta no es la Roma que dejaba a los leprosos en las puertas de sus grandes ciudades, este planea ser un lugar de refugio, acopio y estímulo a la reflexión. 

Si logro ofender y contradecir, mi tarea habrá iniciado. Si logro hacer de la reflexión un elemento inherente en los transeúntes, mi tarea habrá sido llevada a cabo. 

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